Imagínate pintando un cuadro, pintandote a ti misma.
Cada pincelada, cada color elegido representa algo de ti. El grosor del pincel, el tono del rojo, el tamaño de los trazos...
El color rojo como la pasión que ponemos en las causas que luchamos: pasión por la defensa y el reclamo ante una injusticia, pasión para defender lo que es tuyo, pasión por pelear hasta el final lo que quieres y por lo que merece la pena luchar.
El grosor del pincel sería grande para abarcar todo lo posible y terminar en buen tiempo: sin prisa pero sin pausa. Pero las pequeñas pinceladas son las que marcan la diferencia, los pequeños detalles y las curiosidades que hacen que la vida tenga esa gracia que tanto nos gusta.
Los trazos serían delicados, con precaución pero siendo consciente de que te vas a salir de la línea, aceptando que puede que no sean trazos perfectos, pero son esos detalles fuera de la pauta los que hacen del cuadro la obra de arte que es.
Hermana, eres arte.
Déjate contemplar.
Cada pincelada, cada color elegido representa algo de ti. El grosor del pincel, el tono del rojo, el tamaño de los trazos...
El color rojo como la pasión que ponemos en las causas que luchamos: pasión por la defensa y el reclamo ante una injusticia, pasión para defender lo que es tuyo, pasión por pelear hasta el final lo que quieres y por lo que merece la pena luchar.
El grosor del pincel sería grande para abarcar todo lo posible y terminar en buen tiempo: sin prisa pero sin pausa. Pero las pequeñas pinceladas son las que marcan la diferencia, los pequeños detalles y las curiosidades que hacen que la vida tenga esa gracia que tanto nos gusta.
Los trazos serían delicados, con precaución pero siendo consciente de que te vas a salir de la línea, aceptando que puede que no sean trazos perfectos, pero son esos detalles fuera de la pauta los que hacen del cuadro la obra de arte que es.
Hermana, eres arte.
Déjate contemplar.