miércoles, 29 de enero de 2014

Sonatina

Esta poesía la recitábamos mi madre y yo cuando yo tenía unos 5 o 6 años solamente. Maravillosos recuerdos.

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, 
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida en su silla de oro, 
está mudo el teclado de su clave sonoro, 
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. 
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, 
y vestido de rojo piruetea el bufón. 
La princesa no ríe, la princesa no siente; 
la princesa persigue por el cielo de Oriente 
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, 
o en el que ha detenido su carroza argentina 
para ver de sus ojos la dulzura de luz? 
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, 
o en el que es soberano de los claros diamantes, 
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa 
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, 
tener alas ligeras, bajo el cielo volar; 
ir al sol por la escala luminosa de un rayo, 
saludar a los lirios con los versos de mayo 
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, 
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, 
ni los cisnes unánimes en el lago de azur. 
Y están tristes las flores por la flor de la corte, 
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, 
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa  de los ojos azules! 
Está presa en sus oros, está presa en sus tules, 
en la jaula de mármol del palacio real; 
el palacio soberbio que vigilan los guardas, 
que custodian cien negros con sus cien alabardas, 
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! 
(La princesa está triste, la princesa está pálida) 
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! 
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, 
—la princesa está pálida, la princesa está triste—, 
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—; 
en caballo, con alas, hacia acá se encamina, 
en el cinto la espada y en la mano el azor, 
el feliz caballero que te adora sin verte, 
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, 
a encenderte los labios con un beso de amor».

Rubén Darío

Quiero pintar la luna

Madre, ¿puedo pintar la luna de escarlata?
¿O con vestido rosa, orlado de violeta?
¡Pues, noche a noche, sale insulsa y timorata,
sin nada de color que la avive, coqueta!

¿Por qué será la luna, siempre luna de plata,
camafeo de hielo, el pálido planeta,
la doncella de nieve a la que se retrata
en blanco, si pintor, o argento, si poeta?

Quisiera iluminarla con cálido amaranto,
encendidos reflejos carmín o solferino,
inventarla morena, con luminoso manto,

y no alba y exangüe, con veste de platino.
¡Quiero pintar la luna de tono colorado,
en creciente o menguante, de cara y de costado!


Te quiero

Te lo he dicho con el viento, 
jugueteando como animalillo en la arena 
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol, 
que dora desnudos cuerpos juveniles 
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes, 
frentes melancólicas que sostienen el cielo, 
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas, 
leves criaturas transparentes 
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua, 
vida luminosa que vela un fondo de sombra; 
te lo he dicho con el miedo, 
te lo he dicho con la alegría, 
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta: 
más allá de la vida, 
quiero decírtelo con la muerte; 
más allá del amor, 
quiero decírtelo con el olvido.



miércoles, 15 de enero de 2014

Días...

Esos días en los que todo te sale mal. Días en los que todo te sienta mal. Días en lo que solo quieres que termine el día.
Los días en los que te levantas con el pie que no debes y desde el minuto uno estás ofuscado, enfadado, molesto con todo lo que ves, oyes y haces. Días en los que no te mueves ni quieres hacerlo. Esos en los que te sentarías a comer un paquete de galletas tras otro hasta que los dulces llenaran el vacío de tu alma, más que el de tu estómago. Días en que solo quieres escuchar música triste o dura, que solo te ayuda a estar más molesto con el mundo. Días en lo que la mínima cosa molesta, es la mayor de las molestias, la bomba atómica de lo molesto. Y ese enfado solo puede crecer y crecer. Los días en que realmente entiendes la razón de las guerras, el porqué de los insultos. Y encima se te cae un vaso y se te rompe.

jueves, 2 de enero de 2014

Año nuevo, vida buena

Lo típico de esta fecha es "año nuevo, vida nueva". Pero yo no quiero una vida nueva. Yo quiero la misma vida del 2013. No quiero que cambie nada. Ahora mismo soy feliz, ¿por qué iba a querer cambiar eso?

Hay mucha gente que hace balance del año acabado y dicen
¡qué año más horrible! ¿A qué viene tanta negatividad? Seguro que no fue tan malo. Porque lo importante de un año acabado no son las cosas malas. Se ha demostrado científicamente que el cerebro humano está programado para reprimir los malos recuerdos y que prevalezcan los buenos. Así que ¿por qué quedarse con lo malo sin más? Seguro que todos hemos tenido al menos un recuerdo bueno de este año.

2013: el año en que saqué un 10 en el examen.
2013: el año en que conocí a la persona más especial de mi vida.
2013: el año en que pasé un fin de semana increíble con mis amigos.
2013: el año en que fui de vacaciones al lugar que más quería ir.
2013: el año en que... FUI FELIZ.