sábado, 26 de septiembre de 2015

Cada noche.

No eres tú ni soy yo.
Es cada noche que llega en la que no vamos a dormir juntos.
Que quiero pasarlas todas contigo. Pero todas, todas.

Puede.

Pues es que me he dado cuenta de que creo que a lo mejor cabe la posibilidad de que pueda estar planteándome la opción de que quizás te quiero.
¿Tú qué crees?

Yo solo sé que, desde que existes, parece que el sol empieza a brillar otra vez. Y eso, cómo no, me gusta.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Cosas bonitas

Dicen por ahí que las personas cuyo destino es estar juntas nacen atadas por el mismo hilo. Así, el mundo está formado por hilos que unen a personas por todas partes.
A veces los hilos están demasiado separados y la tensión hace que se rompan.
A veces los hilos se lían con otros hilos y no hay manera de solucionar el lío.
A veces no hay más solución que cortar los hilos.
Pero cuando las dos personas a cada extremo de un hilo se juntan, ya no hace falta hilo, porque el lazo que se crea entre ellas es irrompible.

Qué bonita casualidad fue cruzarnos. Y no hablo de la primera vez que nos vimos. Qué bonita casualidad fue cruzarnos en esta vida, sabiendo que el hilo que nos ataba era el mismo.

Un grito de amor desde el centro del mundo (II)

- Acabo de darme cuenta de algo muy importante.
- ¿Qué pasa ahora? - dijo ella, que había estado mirando por la ventanilla, volviéndose hacia mí con expresión de cansancio.
- Tu cumpleaños es el diecisiete de diciembre.
- Y el tuyo es el 24 de diciembre.
- Es decir que, desde que nací, no ha habido un solo segundo en que tú no hayas estado en este mundo.
- Sí, eso parece.
- Nací en un mundo en el que tú ya estabas.
Ella frunció las cejas con aire de apuro.
- A mí me es totalmente desconocido un mundo en el que tú no estés. Ni siquiera sé si existe o no.
- No te preocupes. Aunque yo desaparezca, el mundo seguirá existiendo. 
- ¿Y cómo lo sabes?

sábado, 5 de septiembre de 2015

Un grito de amor desde el centro del mundo

- Por más que diga, la mayoría de la gente no piensa más que en sí misma -proseguí-. Con que yo coma bien, vale. Con que yo pueda comprarme lo que quiera, vale. Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo sólo tuviera un poco de comida, querría dártela ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo daría a ti. Y, sólo con que tú me dijeras que estaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto. ¿Crees que hay algo más importante que eso? A mí no se me ocurre ninguna otra cosa. Las personas que encuentran dentro de sí mismas la facultad de enamorarse hacen un descubrimiento más importante que los que han ganado el Premio Nobel. Y si no se da cuenta, o si no quiere darse cuenta, el ser humano es mejor que se extinga. Que haya una colisión con un planeta, o algo por el estilo, y desaparezca pronto...

martes, 1 de septiembre de 2015

Nuevos ojos.

Abrir los ojos a la realidad para ver que, lo que creías felicidad, era de mentira. Era negro con un filtro color rosa, que sigue siendo negro.

Pero ahora abro los ojos y veo, por fin, que hay algo más.
Me gusta lo que veo.

En tus ojos todo se refleja mejor, de otro color. Tal vez verde.