martes, 21 de mayo de 2013

Me gusta España, ¿y qué?

Últimamente parece que está de moda "odiar" España. Todo el mundo dice que no le gusta su país, que está harto, que ojalá se puedan ir pronto de "esta mierda de sitio".
Pues que queréis que os diga, yo no odio mi país. En absoluto. Reconozco públicamente que no siento un amor incondicional por él, todo sea dicho. Pero no saldrá de mi boca la palabra ODIO

Y lo digo yo, que soy vegetariana, animalista, firme defensora de los derechos humanos... vamos, que hay quien me llega a llamar "perroflauta" (aunque no me reconozco a mí misma como tal...)

Soy vegetariana en un país donde lo mas destacable es el jamón serrano, el chorizo, la carne de cerdo, el marisco de mi tierra... Y hay quien ha llegado a reírse de mi condición "anti-cárnica", y me han dicho que soy tonta por no comer jamón, siendo yo misma la que decido lo que hago con mi vida, y a nadie más debería importarle. Siempre digo "no como jamón, así que más para ti". Aun así, no odio mi país.

Soy animalista en un país donde se cree que el toreo es un arte, una tradición "maravillosa", una parte imprescindible de la cultura. Donde sigue habiendo pueblos en los que hacen capeas, donde los San Fermines son una celebración de interés cultural conocida en medio mundo. Hay lugares en los que aún se tiran cabras de los campanarios, se marea a un toro hasta que cae al mar, se prende fuego a sus cuernos... Donde cada año hay miles de animales abandonados en las carreteras comarcales, donde se echa veneno a los gatos para que no entren en las casas. Al acabar la temporada de caza, hay quien ahorca a los galgos en árboles, porque ya no les hacen falta. Se explota a los cerdos para conseguir mas producción de jamón, se explota a las vacas para tener mas producción de leche. Y muy a pesar de todo esto, no odio a mi país.

Soy defensora de los derechos humanos, a pesar de que hay niños viviendo por debajo del umbral de la pobreza, hay familias que son echadas de sus casas por no tener dinero para pagarlas, donde la educación que los niños deben recibir es cada vez peor y más inaccesible, donde se ponen por encima los caprichos de unos pocos adinerados, olvidando las necesidades de todos los demás. Donde, teniendo dinero, da igual los crímenes y atrocidades cometas, puedes librarte de la cárcel. Donde los deportistas son venerados e idolatrados cuales ganadores del premio Nobel. Donde permiten que la Iglesia sea una de las autoridades más poderosas, y que ingresa a nuestra costa sin ningún tipo de impedimento. Y aun, después de todo esto, no odio a mi país.

No me considero "roja" ni "facha", ni de derechas ni de izquierdas. Solo me gustaría que todos aprendamos a respetar las ideas de otros, y que las minucias las dejemos en segundo plano. Considero más importante que se trabaje para que mis hijos reciban una buena educación y consigan un buen trabajo, en vez de tirarse los trastos a la cabeza para decidir si está permitido o no el aborto. Considero más importante que mis padres y abuelos puedan recibir la atención sanitaria que merecen después de toda una vida trabajando, en vez de andar debatiendo sobre quién prometió antes no aumentar el IVA.

Llamadme loca si creéis que lo estoy. Decidme que no tengo razón, porque seguramente no la tenga.

A pesar de todo, no odio España porque es un país con una tradición cultural increíble (fiestas de todo tipo, cada cual más antigua y original que otra, desde el cabo de Finisterre hasta el puerto de Palos), un legado histórico extensísimo (catedrales, mezquitas andalusies, arcos y acueductos romanos, poblados celtas...), una literatura única y ejemplar (Don Quijote y Sancho Panza y Cervantes, el Cid, el Conde Lucanor, Galdós, Machado, García Lorca, Quevedo, Alberti...), unos habitantes animados, fiesteros, alegres, relajados, trabajadores... Gallegos, asturianos, cántabros, vascos, aragoneses, navarros, riojanos, catalanes, valencianos, castellano-leoneses, madrileños, castellano-manchegos, murcianos, extremeños, andaluces, canarios y baleáricos. 

Aprendamos a querer a nuestro país o, al menos, a respetarlo un poco, porque el día que tengamos que dejarlo (que tendremos, al menos los más jóvenes estamos casi predestinados a ello) echaremos de menos nuestra España, nuestro idioma español, nuestras raíces mediterraneas y, sobre todo, NUESTRA FAMILIA.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Aprendiendo árabe

Estoy acabada. Los exámenes de la universidad pueden conmigo. Pero no son solo los exámenes, ¡qué va! A estos se suman los trabajos y trabajos y trabajos, y deberes para clase, y apréndete el vocabulario de las páginas 70 a 220, y estúdiate la conjugación completa de estos 50 verbos, y lee el Corán y resúmelo, y vete a comer a un restaurante árabe y traeme las sobras en un tupper para el martes. No puedo más.

Y es que los profesores a veces me hacen mucha gracia. Ellos mandan y mandan pero no dan nada a cambio. A pesar de que tú, como buenamente puedes, hiciste los treinta trabajos, las redacciones, los monográficos sobre la vida de las pulgas en el Sáhara, aun así, ellos no se estiran ni un pelo y te cae un 5, y da gracias. ¡Pongan un poquito de su parte, señores! Piensen en mí, que estoy sufriendo, tirándome de los pelos por encontrar un dichoso libro en el que me explique como era la vida de los parados de la construcción en el Magreb durante el reinado de Al-Hakam II.

La semana pasada, sin ir más lejos, tuve que exponer un trabajo sobre la botánica en Al-Andalus. Vamos, que tuve que estar casi una hora hablando de jardines, lechugas, alfalfa y algodón. Pero ¡eh!, que hay estudiosos que se dedican a ello, y es una materia muy importante... ¡Mi salud mental sí que es importante, señor profesor! Yo en mi casa, estresada, para encontrar información sobre los árboles, los arbustos, las flores y los hierbajos de Al-Andalus, y todo para que, en el momento de la exposición, lo que más emocionó a mis compañeros fue cuando nombré el cannabis... Gracias, querido público, por vuestra atención.

Lo peor de todo esto es el tener que ir a bibliotecas desconocidas. Porque todo es muy fácil cuando estás en tu "biblio" de siempre, estás como Pedro por su casa. Pero haz como yo y vete a la biblioteca de Biológicas. Y yo que pensaba que los de ciencias no tenían de eso (je,je,je).Todo tu mundo se desorganiza. ¿Por dónde empiezo a mirar? Y ves nombres extraños: Biología celular y molecular, Ingeniería genética, Histología, Biología de los microorganismos, Inmunología, Biología patológica... Todo chino, al menos para mi, que me quedé en los vertebrados e invertebrados. Lo gracioso fue que la visita no sirvió para nada, porque mucha palabreja pero luego pide un libro de botánica andalusí, que se quedan tiesos.

Con todo esto solo quiero decir una cosa bien clara: por favor, pensemos en los alumnos. Ya sé que es muy fácil mandar trabajos y puntuarlos según la cantidad de páginas que tengan o por el número de libros que aparezcan en la bibliografía Pero seamos realistas, solo con los exámenes ya nos damos por satisfechos y aprendemos todo lo que nos hace falta para la vida posterior a la universidad.


Dedicado a mi profesor de Ciencia Árabe, por haberme hecho aprender la diferencia entre una arroba y una algarroba.