Tengo el síndrome del corazón roto. Con cada mal gesto, mala palabra, con cada discusión. Cada vez que mi tristeza lleva tu nombre, se me cae un trocito más del corazón, se me va deshaciendo en pedazos como una hoja seca. Y tengo miedo porque esas hojas no renacen, solo mueren.
Yo me aferro a la vida, la que quiero contigo, la que sé que quiero y tú bien sabes que la quiero.
No quiero perderte dos veces, una ya fue demasiado.
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