Volver

Últimamente recuerdo lo pasado,
lo vivido.
Había sensaciones que me gustaban,
me acostumbré.
Los buenos dia por la mañana,
al despertar.
Los domingos después de comer,
siesta juntos.
Ir al cine, salir por la noche, ponernos guapos,
siempre juntos.

Parece que lo echo de menos,
estoy lista.


Lo que más miedo me da es la rutina...
Eso y ser yo quien tire la primera piedra.

Ya está.

No pasa nada, solo ha sido una decepción más.

Suma y sigue.

No llores, linda, pronto vendrá otra para que te olvides de esta.

Solo me duele cada recuerdo y cada palabra.

Algunas de las más bonitas esta vez.

Todo bien.

Me acabo de dar cuenta
de que mis colores
hacen juego con los tuyos.

A mi pelo le hacen gracia tus manos,
y tiene envidia de tu barba.

Parece que lo demás no importa,
tu sonrisa se intuye,
 dulce, sincera.

Y, en el fondo, en tu pecho se duerme bien.

Todo bien.

Reflejo

No se trata de querer ser dueña de otra persona.

Se trata de miedo.

Pánico de pensar que pueda querer más a otra, que yo pueda no ser suficiente, que no sepa dar todo lo que debería.

Pero al final, se trata de entender.

Comprender que tú das el amor de la forma en que te fue enseñado, das el máximo que puedes dar, de la forma en que mejor conoces.

Y vuelve a ser miedo.

Incomprensión hacia mí misma, por no saber dar amor de otra forma, o por pensar que tu forma de dar amor es la más valida o la que cualquiera querría.

Y, de nuevo, comprensión.

Entender a tu mente que te dice que está bien, que tu forma de amar también es válida, tu forma de amar es comprensiva, sencilla, básica si quieres, pero auténtica. Vulnerable, como tú, pero pura, firme, algo infantil a veces, quizás aburrida, apasionada, clara, directa y sincera.