lunes, 15 de febrero de 2016

Escribe un relato en el cual el personaje principal sea alguien que conozcas hoy.

Sentarse en el metro es demasiado arbitrario. ¿Por qué sentarnos aquí o allí? ¿Junto a un hombre, una mujer o sola?

Hoy decidí sentarme entre una pareja joven y un chico de color. Siempre pienso mucho en esta expresión, si es correcto o no decir "negro". Me gustaría hablar con estas personas sobre cómo les gustaría que les llamen, aunque lo más lógico es llamarles por su nombre. Sea como fuere, me senté a su lado.
Saqué mi libro y empecé a leer, me gusta leer en el metro. En los autobuses y coches me mareo pero en el metro me encanta. También me gusta fijarme en la gente, en su ropa y en la forma de sentarse. El chico sentado a mi derecha, el chico "negro" o de color, llevaba un abrigo muy gordo y una bufanda y gorro negros. Pensé que debe pasar mucho frío en España. Seguí leyendo mi libro de García Márquez. Cuando llegamos a Lavapiés me levanté para bajarme del tren y el chico se levantó detrás. Se abrieron las puertas del vagón y ambos salimos, uno detrás de otro. Nos dirigimos hacia la salida, las escaleras, más escaleras... Saqué mi bufanda rápido, ya notaba el frío de la calle desde la última puerta del metro. Entonces el chico me adelanta subiendo las escaleras corriendo con sus largas piernas, casi subía los peldaños de tres en tres. Me fijé en sus pies, con zapatillas de correr grises, como si se tratara de un atleta. Yo subí las escaleras mucho más despacio. Al llegar arriba, saqué mis guantes y, mientras me los ponía, vi al chico abrazando a una mujer mayor de pelo blanco. La abrazaba mientras susurraba palabras en su oído. Ambos se separaron un par de pasos, aunque seguían agarrados de las manos.
"Je t'aime , mama". Fueron las palabras que salieron de su boca. Ambos dejaban escapar un par de lágrimas. Se miraban a los ojos. La mujer le dio un beso en la mejilla, le temblaban las piernas.

No pude evitar emocionarme, soy de lágrima fácil. Me gusta imaginarme las historias de vida de las personas e imaginé que el chico había huido de su país buscando un mejor futuro, en contra de la voluntad de su padre. Abandonó su familia una noche y llegó a Europa. Siete años después se reencuentra con su madre, que ha ahorrado durante un par de años para venir a visitarlo por unos días. No saben cuándo se volverán a ver.

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